viernes, 13 de diciembre de 2019

Furia

FURIA


Me llamo furia señores.
Y fue el nombre que eligieron
mis amos cuando me vieron
y habiendo nombres peores
Indignos y graciosetes
pensé que no estaba mal
siendo nombre de animal.
Y no es cosa que me inquiete
el nombre al que responder.
No me parece importante.
¿O es que acaso a Rocinante
no le daban de comer?
pues me dan a mi también
pero pensaron que un día
si todo seguía bien
algún problema daría
por la cosa sexual
y vieron la solución
única en la castración
viéndolo ellos tan normal
a mi ni me preguntaron
y yo en esa decisión
habría tenido opinión
ya que lo que me cortaron
iba a privarme de eso
que ellos bien que disfrutaban
cuando veía que empezaban
con abrazos y con besos.
Tenía yo la esperanza
de que al hacerme mayor
disfrutaría del amor
por si tenía semejanza
con el modo de gozar
que parecían tener
ellos en el menester
de abrazarse y fornicar.
Mi esperanza murió el día
que de un violento empujón
me metieron a un cajón
y sin saber donde iría
aquel cajón se movía
con un gato en su interior.
Pronto fui conocedor
del destino que tenía.
Me llevaban a castrar
y en una mesa muy fría
que recuerdo todavía
sin quererla recordar
me cortaron la bolitas
que me habrían dado amor
si el cabrón de capador
aquel día no me las quita.
Me desperté en el cajón
donde murió mi esperanza.
No fue capar, fue matanza
de lo que fuera ilusión
Y ahora me tienen señores
grande y gordo en un sofá
y mi vida pasará
sin sobresaltos de amores.
Aunque hubiera preferido
si me hubieran preguntado
poder haber disfrutado
de lo que ni he conocido.

Antonio Quintanar García. Dic 2019

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