miércoles, 9 de octubre de 2019


LA PREGUNTA DE LUIS.

Luis y yo coincidimos en un viaje turístico-cultural en autobús. Nos conocíamos lo suficiente para saludarnos o algo más, a raíz de haber jugado desde hacía unos meses, de vez en cuando alguna partida de mus. Antes de eso, yo ya había visto por la calle a este señor, le calculo ochenta y tantos, y a decir verdad siempre me ha llamado la atención su aspecto serio y su mirada inteligente, de esas que cuando enfocan hacia uno, te hacen sentir desnudo. Su cara jamás hace un gesto pero en su mirada lees que hay algo de ti que desaprueba. Nunca sabrás que es porque inmediatamente después de que hayas hecho esa lectura, él, sigue su camino y sigue con su mirada errática comunicando a quién sabe, lo que tampoco él sabe qué comunica y que probablemente solo lo interprete el que recibe esa mirada.
Al bajarnos del autobús en no recuerdo que destino de no sé qué pueblo de Ciudad Real, caminamos unos metros juntos y en ese trayecto le lance un “¿Qué tal va eso Luis?” a modo de pregunta-saludo de cortesía. Luis levanto un poco su cabeza, que la llevaba baja, en modo reflexión; pensé yo, y me clavó sus veteranos ojos y tras un par de segundos que me parecieron dos días me preguntó sin mover un solo músculo innecesario de su cara: ¿tu le tienes miedo a la muerte Antonio? No supe donde mirar, ni qué contestar, cuando tras unos instantes acerté a hablar, le dije que no lo había pensado. Busqué salir de aquél incomodísimo apareamiento repitiendo el “que tal va eso” al primer otro viajero-compañero que encontré cerca.
 Hace seis días de ésto y no he dejado de pensar en la Muerte, en Luis, en el miedo y en que se yo. Supongo que se refería al miedo a mi muerte, porque también pude tenerse muchísimo miedo a la muerte de otros, bien, suponiendo que la pregunta se refiriese a la mía y creo que para reflexionar sobre si le tengo miedo o no a mi muerte solo hay un modo, pensar en mi vida. En como es, en si puedo calificarla como una buena vida o no y para saber si me parece buena o no, creo necesario pensar en con qué otras vidas puedo compararla y en si en las vidas con que voy a comparar la mía ¿entran solo las de las personas de mi entorno, o las de otros entornos cuyas vidas pueden parecerme mucho peores o mucho mejores?. También son vidas las de animales o plantas, ¿debería comparar mi vida con todas la cosas vivas?. ¿Debería además considerar mi vida en el momento actual, o considerar el probable futuro? Mi vida pasada no, porque no puedo tenerle miedo a la mi muerte hace tres años, ¿o quizás si? Porque si en el pasado he tenido etapas de mala salud, o muy mala perspectiva de futuro, o etapas de problemas grandes de cualquier índole también pude en esos episodios pensar en la muerte y en esos casos ¿con miedo? Y si es con miedo ¿con cuanto miedo? El miedo puede ser mucho, muchísimo o poco.
¿y ahora qué?  ¿después de esas reflexiones le tengo miedo a la muerte? Yo que sé, yo creo que es mejor no haberlo pensado nunca. Y yo, si no hubiera sido por Luis en ese limbo estaría y probablemente mas cómodo.
Creo que Luis iba pensando en estas cuestiones cuando me lo preguntó. Menos mal que me quité de en medio.


                                                                                                   Antonio Quintanar García


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